martes, 9 de noviembre de 2010

El principio de una larga e intensa historia

Todo empezó en la época de los Jueces. En aquella época Jueces hubo una gran sequía en el país, y un hombre de Belén de Judá emigró a los campos de Moab, con su mujer y sus dos hijos, uno de los cuales pronto se convirtió en mi esposo. El hombre se llamaba Elimélec, su esposa Noemí, y sus dos hijos, Majlón y Quilión: eran efrateos, de Belén de Judá. Una vez llegados a los campos de Moab, se establecieron allí. Al morir Elimélec, el esposo de Noemí, ella se quedó con sus hijos.Al poco tiempo sus dos hijos se casaron, uno de ellos conmigo, y el otro con mi cuñada, llamada Orpá, y así vivimos durante diez años.Pero también murieron Majlón y Quilión, y nuestra suegra Noemí se quedó sola, sin hijos y sin esposo.Entonces decidimos que volviera con nosotras,abandonando los campos de Moab, porque Noemi se enteró de que el Señor había visitado a su pueblo y le había proporcionado alimento. Mientras regresabamos a Judá Noemí nos rogó varias veces que regresaramos cada una a casa de nuestras madres, para que Dios tenga misericordia de nosotras, igual que nosotras la tuvimos con sus hijos fallecidos y con ella. Nos negamos varias veces, pero Orpá decidió despedirse con un beso de Noemí, y marchó. Al ver que yo me mantuve a su lado, me dijo: «Mira, tu cuñada regresa a su pueblo y a sus dioses; regresa tú también con ella». Y yo le contesté: «No insistas en que te abandone y me vuelva, porque yo iré adonde tú vayas y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. Moriré donde tú mueras y allí seré enterrada. Que el Señor me castigue más de lo debido, si logra separarme de ti algo que no sea la muerte». Al ver que estaba tan segura de la decisión que había tomado seguimos nuestro camino hasta llegar a Belén. Nuestra llegada conmovió a toda la ciudad y las mujeres exclamaban: ¡Anda pero si esta es Noemí! Ella, en cambio, respondía: «No me llamen más Noemí; díganme Mará, porque el Todopoderoso me ha llenado de amargura. Partí llena de bienes y el Señor me hace volver sin nada. ¿Por qué me siguen llamando Noemí, si el Señor da testimonio contra mí y el Todopoderoso me ha hecho desdichada?». Y así partimos a Belén, donde justo cuando llegamso empezaba la cosecha de la cebada.
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