martes, 9 de noviembre de 2010

El campo de booz

Noemí tenía, por parte de su esposo, un pariente muy rico llamado Booz, de la familia de Elimélec.Una vez le dije a Noemí: «Déjame ir a recoger espigas al campo, detrás de alguien que me haga ese favor». «Puedes ir, hija mía», me respondió ella. Entonces me puse a recoger espigas en el campo, detrás de los que cosechaban, y tuve la suerte de hacerlo en una parcela perteneciente a Booz, el de la familia de Elimélec. En ese preciso momento, llegaba Booz de Belén y saludó a los cosechadores, diciendo: «El Señor esté con ustedes». «El Señor te bendiga», le respondieron. Ella pidió que le permitieran recoger y juntar las espigas detrás de los cosechadores. Desde que llegó por la mañana, ha estado de pie todo el tiempo, y ahora está aquí descansando un poco». Entonces Booz dijo a Rut: «¡Oyeme bien, hija mía! No vayas a recoger espigas a otro campo ni te alejes para nada de aquí; quédate junto a mis servidores. Fíjate en qué terreno cosechan y ve detrás de ellos. Ya di orden a mis servidores para que no te molesten. Si tienes sed, ve a beber en los cántaros el agua que ellos saquen». Le pregunté que si habia alguna razón en concreto por la que se habia preocupado por mi, ya que ni siquiera era una de sus servidoras. Me contestó que le habían contado muy bien todo lo que habia hecho por mi suegra despues de fallecer mi marido y deseo que Dios me recompensara con creces. A la hora de la comida me ofreció sentarme junto a sus cosechadores y me ofrecieron grano tostado, del cual comi hasta quedarme saciada e incluso me sobró.Cuando se levantó para volver a recoger las espigas, Booz ordenó a sus servidores: «Déjenla recoger también entre las gavillas y no la molesten. Más aún, saquen algunas espigas de las gavillas y déjenlas caer, y cuando ella las recoja, no le digan nada».
Así estuve recogiendo espigas hasta el atardecer. Luego desgrané lo que había recogido, y era casi una bolsa de cebada.Tomé el grano, regresé a la ciudad y mostré a mi suegra lo que había recogido. También saqué la comida que le había sobrado y se la di. Al ver todo lo que había conseguido mi suegra me preguntó dónde y con quien había estado trabajando, y le conté que habia estado trabajando en un campo con un hombre llamado Booz, y me contó que ese hombre era pariente cercano nuestro y que su deber era responder por nosotros.Dije a Noemí
: «Incluso me permitió quedarme con sus servidores hasta que termine la cosecha». Noemí me respondió: «Es conveniente, hija mía, que vayas con las servidoras de ese hombre; así nadie te molestará en otro campo». Yo seguí recogiendo
espigas con las servidoras de Booz, hasta que terminé la cosecha de la cebada y del trigo. Mientras tanto, vivía con mi suegra.
 



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